Aún no

A finales de agosto fui a la playa. Me dí un par de baños. Cuando me acercaba al mar pensé "y si me ahogara esta tarde".  Cualquier momento es el momento de morir, sin duda, pero yo pensé en aquella situación particular con cierto temor supersticioso. Estamos a mediados de septiembre, está claro que pude mantenerme a flote. He vuelto a nacer. Aquí sigo, braceando como todos, unos con más fuerza, otros con menos. Hasta el momento en que muera el último hombre. Si pienso con sangre fría, ¿qué hubiera pasado si, efectivamente, me hubiera ahogado aquella tarde del extraño verano de 2020? Pues poca cosa. Serían unos segundos de pánico, seguramente, luego, la inconsciencia. La desaparición definitiva de mi efímera persona. No me parece mal anticipar en la mente esta despedida. Muchos que me conocieron ya me han olvidado, pero aún respiro. Sigo fantaseando con el amor que es un sueño tenaz pero cada vez más tenue, como sigo atado a la rueda de un trabajo humillante en un pueblo miserable y decrépito. Como sigo con mis palpitaciones, mis prejuicios y con las rutinas del cuerpo. Por todas partes el hombre mismo es el estorbo peor para su destino de hombre. Materia corruptible. De vuelta al seno profundo de la naturaleza. Ah, la naturaleza. La echamos tanto de menos en estos tiempos de peste. Un suceso insignificante -sí, insignificante, qué alivio- en la inmensa extensión del tiempo y del espacio. Ah, pobre vanidad de carne y hueso llamada hombre, ¿no ves que careces absolutamente de importancia? ¿Son estos pensamientos tristes y lúgubres? Pues fueron los mismos del emperador Marco Aurelio. 

7 comentarios:

  1. Releo estos días "La huida del tiempo", de Pla. En el capítulo titulado "Introducción a la vendimia", el propietario de una pequeña viña es caracterizado así:
    "Le inquieta el pedrisco, y cualquier movimiento del cielo -y aun el cielo azul- le atormenta el alma. Faltan unos días para vendimiar. Por el lado de poniente, les falta un poco de sol -que me dice el propietario pensando en sus maravillosas uvas, todavía colgadas al aire".
    Y como Pla le habla de la condición azarosa de la Naturaleza, su respuesta es ésta:
    "-La Naturaleza es infame".
    Del hecho de que sin ella, sin la Naturaleza, el propietario no tendría que preocuparse, efectivamente, por su pequeña viña..., por la sencilla razón de que no existiría, dicho propietario prescinde.
    Es el mismo error que veo repetidamente en las observaciones de este blog.
    La Naturaleza no es, como el propietario y el titular del blog parecen pensar, sólo lo que nos quita: es también lo que nos da. Y la prueba de que esto segundo es mucho más que lo primero es que esas mermas, tristísimas a veces, sólo se producen, y sólo pueden producirse, respecto a lo que ella misma ha hecho posible.
    Más ajustado a la realidad veo yo lo que dice, en uno de sus aforismos, Joubert, desde su actitud creyente:
    "Dios no nos debe lo que nos da, y a menudo nos da lo que no nos debe".
    A mí, esa actitud suya me parece más lúcida que la de la queja perpetua por todo lo que, al parecer -pero, ¿por qué?-, nos sería debido.

    ResponderEliminar
  2. ¿Quizá porque fuimos echados al mundo con hambre de amor y de sentido?
    ¿Y por qué o para qué? Eso ya sí que no lo sé, no tengo ni idea.

    ResponderEliminar
  3. Pero Jose, yo no veo en esta entrada ningún ataque a la naturaleza que da y quita, en efecto. Aunque dijo Unamuno, con su deseo de inmortalidad: "santa Rita, lo que se da no se quita" ¿Lo recuerda? Es una meditación que pretende imitar al Eclesiastés. Señala lo contingente de nuestra condición. De hecho si me hubiera ahogado, ni esta entrada ni su comentario serían realidad. ¿Azar? ¿Destino? No lo sé. Esto era lo que me importaba destacar.
    El amigo anónimo nota, creo yo, lo paradójico de nosotros: tenemos hambre de sentido. Si meditamos un poco la cuestión se vuelve un problema. Es mejor no pensar. Pero nos vemos abocados a hacerlo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La vida es, efectivamente, paradójica, y la Naturaleza no lo es menos. Pero eso significa que puede mirársela por los dos lados, y ver, como en el famoso ejemplo, la botella medio llena, o medio vacía. Yo creo que la razón está de parte de quienes la ven medio llena; porque a fin de cuentas están viendo lo que hay, lo real, el líquido que efectivamente contiene. Quienes la ven medio vacía ven lo que no hay, y sacan sus conclusiones a partir de ahí. Ese "ver lo que no hay" es, para mí, injusto y poco realista.

      Eliminar
  4. Y fueron los mismos pensamientos , o parecidos, y en otra lengua, de los sucesivos Budas que en el mundo han sido... Anticipar en la mente la despedida, del uno mismo y de la llamada realidad, es uno de los ejercicios de la concentración en lo efímero, si mal no recuerdo. Y produjo un cuento de Cortázar, el protagonista está hospitalizado y su anticipación es el cuerpo del relato.

    ResponderEliminar
  5. Disculpas, he buscado el cuento de Cortázar al que me refería: es "Liliana llorando" y está en la colección "Octaedro".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Amparo. No conocía ese cuento de Cortázar. Lagunas que uno tiene.

      Eliminar