Apelar a la emoción

Desconfío de los movimientos políticos que apelan a la emoción. Ya sabemos que la gente humilde no tiene ni tiempo, ni formación, ni ganas de pararse a pensar. Por eso una buena educación desde la infancia es fundamental. Quien descuida esto -perenne interés del poder absoluto- desea vasallos, no ciudadanos libres. Esto es propio del discurso de grupos extremistas que enarbolan la bandera de turno. La simpleza de sus argumentos no resiste un análisis demorado: detrás de su retórica no hay más que vacío y debilidad intelectual. Estos movimientos detestan los matices, para ellos no hay medias tintas y presumen de llamar "al pan, pan y al vino, vino". Suelen hacerlo elevando la vox, (elevando la voz, quiero decir). Ya dijo Leonardo: "dove si grida non è vera scienzia" La realidad es todo menos sencilla y no se deja reducir a torpes simplificaciones. Reconocer la humanidad del extranjero es algo que no están dispuestos a hacer. En las sociedades apuradas por la crisis económica y atrapadas por el miedo este tipo de movimientos encuentra una acogida muy favorable. Tengo por amigo a quien me invite a razonar, a quien reconozca en mí la madurez suficiente para ejercer la crítica. Pero no a quien trapa de capturarme para su causa apelando a mis emociones.

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