Treblinka

Vasili Grossman fue uno de los primeros combatientes del Ejército Rojo que llegaron, a principios de setiembre de 1944, al entonces desaparecido campo de exterminio de Treblinka. Sobre el terreno recogió testimonios de campesinos de aldeas vecinas, testigos, y, en fin, personas que pudieron contar lo que en aquel lugar desierto había sucedido durante 13 meses en los años 1942 y 1943. En El infierno de Treblinka dice Grossman: "En una ocasión llegó a Treblinka un tren con ciudadanos de Inglaterra, Canadá, Estados Unidos y Australia a los que la guerra había sorprendido en Polonia y en otros países de Europa. Después de largas gestiones acompañadas de la entrega de grandes sobornos consiguieron el visado para salir a los países neutrales. Durante todo el viaje a través de los países europeos fueron sin escolta con el acostumbrado personal de servicio. Estos trenes llevaban vagones cama y vagón restaurante. Los pasajeros tomaron consigo voluminosos cofres y maletas así como grandes reservas de productos alimenticios. Los niños bajaban en las estaciones intermedias y preguntaban si estaba próxima la de "Ober-Maidan" 
         Y poco después se hace una pregunta para la que creo que no hay respuesta. Esos viajeros extranjeros (judíos casi con toda seguridad) iban directos a las cámaras de gas. Dice Grossman: "Es difícil decir qué es más terrible, si ir a la muerte en medio de horribles sufrimientos, conociendo su inminencia, o si, con un completo desconocimiento de la propia perdición, estar mirando por la ventana de un vagón de primera clase, al tiempo mismo que se telefonea desde la estación de Treblinka al campo de concentración comunicando datos sobre la llegada del tren y la cantidad de personas que en él viaja" 
      Recuerdo la frase final de Memorias de Adriano: "tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos". Grossman estimaba que en Treblinka habían sido asesinadas unos tres millones de personas. Esto no podría haberse logrado si no se mantuvieran engañados, hasta el último momento, a todos los que llegaban a ese fatal destino. 
          Este texto de Grossman sirvió como prueba de cargo en los Juicios de Nuremberg. 

2 comentarios:

  1. Los polacos que veían acercarse el tren al campo de chimeneas miraban a los bagones pasando la mano por la garganta a modo de cuchillo. Un macabro aviso

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