La Günderode

El pensamiento de poder perderte me era dolorosísimo. Temía que tu Yo y el mío tuvieran que disolverse en la materia primordial del mundo; luego volvía a consolarme pensando que nuestros elementos amigos, obedientes a las leyes de la atracción, se buscarían por el espacio infinito y se harían compañía mutuamente. Así luchaba en mi alma la esperanza y la duda, el valor y el desánimo. Pero el destino quiso que siga viviendo. Pero, ¿qué es la vida? Este bien que se abandona y se obtiene. Me pregunto a menudo: ¿qué significa que de la totalidad de la naturaleza un ser se separe con su conciencia y arrancado de ella sienta por sí mismo? ¿Por qué se fija con semejante fuerza a sus pensamientos y opiniones, como si fueran eternos? ¿Por qué puede el hombre morir para ellos, pues para él mismo se pierden con su muerte estos pensamientos? ¿Y por qué si, no obstante, estos pensamientos e ideas mueren con el individuo; por qué se producen una y otra vez e insisten a través de una fila de generaciones sucesivas hacia la inmortalidad en el tiempo? 

Karoline von Günderode, Carta a Eusebio

5 comentarios:

  1. Wunderbar, vielen Dank.

    Hace tiempo que quería escribir algo (aunque se me quitaron las ganas) comparando lo que dice la Günde en "Die einzige": Hungrig in der Zahl der Gäste/ Sitz ich bei dem Freudenfeste,/ Das Natur der Erde spendet;/ Frage heimlich ob's bald endet?..., con los sorprendentes e inmisericordes versos de Schiller en "An die Freude": Wer ein holdes Weib errungen,/ Mische seinen Jubel ein!/ Ja- wer auch nur eine Seele/ Sein nennt auf dem Erdenrund!/ Und wer's nie gekonnt, der stehle/ Weinend sich aus diesem Bund!

    Eso es lo que hizo la Günderrode, seguir el consejo de Schiller y largarse -llorando- del club de los alegres.
    Y todos tan contentos, venga y dale con la Tochter aus Elysium. Alucinante, no?

    Es una pena, por la novena lo digo. Ganaría mucho quitándole la oda, no sé qué pinta ahí.

    ResponderEliminar
  2. ...a no ser que tuviera su pizca de recochineo. No creo que a Beethoven, sordo, marginado, miserable y sin ninguna holdes weib que acompañara sus días, se le pasaran los versitos y la expulsión. Él es uno de los desterrados.


    ResponderEliminar
  3. Está bien la idea de comparar esos versos de la pobre Günderode, a la que conoces muy bien, con los de la gallarda y un poco pelmaza "Oda a la alegría". Sería interesante.

    ResponderEliminar
  4. Con las preguntas que se hace la dama ya puedo estar toda la tarde pensando.

    ResponderEliminar