Cuando había destinos personales

»Kind, Kind! nicht weiter! Wie von unsichtbaren Geistern gepeitscht, gehen die Sonnenpferde der Zeit mit unsers Schicksals leichtem Wagen durch, und uns bleibt nichts als, mutig gefaßt, die Zügel festzuhalten und bald rechts, bald links, vom Steine hier, vom Sturze da, die Räder abzulenken. Wohin es geht, wer weiß es? Erinnert er sich doch kaum, woher er kam.«

-¡Muchacho, muchacho, no sigas! Como azotado por espíritus invisibles, los caballos solares del tiempo se precipitan con el carro ligero de nuestro destino y no nos queda más que agarrar fuertemente las riendas y apartar las ruedas a izquierda y derecha de esta piedra o de aquella caída. ¿Quién sabe adónde vamos? Si a duras penas recuerda nadie de dónde viene...

Goethe, Poesía y Verdad

Traducción de Rosa Sala

3 comentarios:

  1. Un consejo que deberíamos tatuarnos en la piel o tallarlo en las paredes de nuestra casa como hacía Montaigne en su torre.

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  2. Quien cumple anos, como este poeta, y sigue en este mundo sin desintegrarse tendra que soportar mucho.

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