Si volvemos al pasado con la suficiente distancia comprobamos que aquello que entonces parecía estar sujeto a nuestra voluntad, no lo estaba. Transcurridos los años se nos manifiesta como algo férreo, determinado, rígido.
Ahora tomemos el presente. Nada nos obliga a pensar que no vaya a suceder lo mismo que con el pasado. Vivimos en la ilusión de ser libres. Soñamos que somos libres, cuando en realidad estamos determinados por multitud de causas que escapan totalmente a nuestro poder.
Nos creemos libres como la sombra que piensa que es ella la que hace mover al cuerpo. O como
la marioneta que sueña que es ella quien se mueve por propia voluntad.
Creo que esta falta de libertad vale también para las comunidades y las naciones. Si un país se
precipita hacia la guerra civil no habrá diplomacia que lo detenga. Será tan fatal como la caída
de una piedra cuando se suelta la mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario