Aquí no se habla de la lengua árabe

El amor ya no funciona, compañero. No lo busques, insensato. A tu edad, por suerte, esas cosas ya no afectan. Pasó el tiempo de las ilusiones, no queda mucho futuro ni tanta vida por delante. Hay más recuerdos que proyectos más o menos vagos. Esplendorosas auroras -hubo momentos muy felices- dejaron paso a horas grises en sótanos. Pero ya no afectan las decepciones y desengaños o no afectan tanto como a los treinta abriles, señorita. En las arterias se han depositado placas de grasa, la vista se cansa, los huesos tiritan. Si ves una pareja no la envidias, te ríes por lo bajo y sientes en la carne el frío de la vanidad. Cuando dicen "nosotros" en lugar de "yo" te asalta una burlona ternura. Es la misma canción, piensas o sientes, que se repite generación tras generación. Las relaciones humanas son esencialmente difíciles y la gran mayoría son superficiales y pasajeras. Imaginemos la vida de un empleado cualquiera. Ha sido obediente, se ha negado a sí mismo, no tiene deudas. Nada que compadecer. Lleva treinta años trabajando: no ha hecho un sólo amigo, ni entre compañeros ni entre clientes. Ni uno solo. Con algunas personas estuvo viéndose diariamente durante años y ya hace años que no sabe nada de ellas. Pero no haya rencor. No tiene sentido. Puede haber sincera simpatía (amistad evidentemente no, que se necesita trato para ella), aunque cada uno viva en su jaula, separado del resto, ocupado en el duro oficio de ganarse la vida, cuidando de los suyos. El solitario suele quejarse de su soledad sin darse cuenta de la soledad de los demás. Puede que la mujer que nos ha rechazado pase largas tardes de domingo sola comiendo con la mirada fija en la pared. ¡Mira qué ojeras! ¡Estoy horrible! Es un atardecer invernal de martes o de jueves, qué más da. ¿Ves ese nicho entre otros iguales? ¿Ese nicho anulado entre la multitud de nichos, en ese rincón por el que nadie pasa? Tan conocido serás por las arañas como lo eres por los escorpiones. Pasa por este mundo: es lo que nos toca a todos. Sin odio ni amargura pero sí con unas gotas de altivez y desprecio. 

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