Me llaman la atención los niños. Será que me hago mayor. Hoy, paseando por la calle ("paseando sola en mi ciudad yo sentí etc" que cantaba aquella mujer peruana) sentí un alboroto. Eran cuatro niños en un lado de la plaza. Me pregunté a qué venían esos gritos. La escena era alucinante: un hombre con la mascarilla puesta estaba en la ventana de un tercer piso limpiando con una escoba la pared de la fachada así que caían "puvisas" que se dice en Asturias, motas de polvo. Los gritos de aquellos nenos, dos niños y dos niñas, eran por ver quién recogía esos corpúsculos ingrávidos. Ay, la gravedad. La gravedad y la desgracia, por recordar a Simone Weil.
Son los mejores
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