El autobús urbano -en esta ciudad no hay tranvías- es un buen lugar para observar las clases sociales. Lo primero que llama la atención del viajero son los usuarios de este servicio: estudiantes y mujeres. No hay hombres adultos. Es decir, quienes utilizan el autobús urbano son gente con pocos recursos económicos; el autobús es cosa de pobres. ¿Qué hacen los viajeros? Si son chicos conversan en voz alta, ebrios de su juventud, sobre arduas cuestiones escolares. Alguno habla de su padre, otro discute de fútbol. Muchos viajeros van absortos en sus móviles o llevan auriculares. Ninguno lleva un libro (al menos yo no he visto a nadie practicar la lectura, España es enemiga de este ejercicio civilizado, España es un país de brutos). Al cabo de unos cuantos viajes uno ya se convierte en cualquiera de estos viajeros habituales y se mimetiza, se torna indiferente. Deja de observar, bosteza, mira por la ventana. ¿A qué me recuerda esto? El autobús es el mundo.
El autobus urbano es una fuente inagotable de casos que estudiar para un sociólogo
ResponderEliminarUn laboratorio con ruedas.
EliminarPrueba a cambiar de línea... sí que se lee. Algunos de esos viajeros se acercan a la biblio, o vienen de ella.
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