La instalación provisional que han armado para ejecutar las obras de reforma en la oficina podría pasar perfectamente por una obra de arte contemporáneo. Si se expone en la Tate Gallery sería un éxito. Un gran telón gris de 5 metros de altura, desde el suelo al techo, forma un pasillo angosto con el búnker ante el cual los clientes se detienen, vacilantes y tímidos.. La obra produce desconcierto: esto es lo artístico de la obra. ¿Estamos en un banco? ¿Estamos en un laberinto? ¿Ha habido un atentado? Hay algo de belleza en este intervalo de transformación. Entre el principio y el fin de la obra nos sorprende lo insólito. Si es cierto que el arte sucede, aquí ha sucedido.
Obras de reforma
Las obras (que vienen como caídas del cielo) se realizan de acuerdo a un plan fríamente calculado, trazado en el plano por arquitectos, aparejadores, técnicos, directivos y otras eminencias. Inocentes, jóvenes, sonrientes obreros (no hay chicas en estos oficios) tiran los tabiques, abaten los muros, mueven las mesas, cambian el sistema eléctrico, reorientan las cámaras de seguridad. Se tiende un plástico de color gris, un gran telón gris, para aislar la zona de obras. No se ve la calle, ni rastro del cielo. Es una operación en el quirófano. Todo es aséptico. Se reordenará el espacio de acuerdo a las novísimas orientaciones del sector. Razón instrumental. Es la geometría perfeccionada del capitalismo con operadores remotos y zonas de autoservicio. Aquí la muerte pierde su sentido. ¿Instalarán por descuido alguna fuente de mármol? ¿Respetarán a las moscas y las arañas que se queden a pesar de las obras?
La especie
Miembros, producidos en serie, de la especie. La pulgada de carne que viene al mundo. Una especie que apareció en un planeta extraño en un universo frío y moribundo. Una aventura cósmica. Nuestros son el vértigo, la desesperación y el éxtasis.
La visita
Esta mañana entró un cóndor en la oficina. El pájaro se posó encima de un armario, defecó, giró la cabeza. Parecía tranquilo. Abrió las enormes alas negras y levantó una corriente de aire que arrastró varios folletos publicitarios. Ni los clientes ni los ordenadores se asustaron. El cóndor alzó el vuelo y dió cuatro vueltas alrededor de la columna. Como la mosca que busca la salida dió unos topetazos contra los altos cristales blindados hasta que se marchó de vuelta a los Andes.
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