Abriéndose camino

Las luces de las farolas, los escaparates y las luces de Navidad nos encierran en una burbuja. Arriba, en todas direcciones, un universo cada vez más inhumano y hostil. Ni siquiera los marcianos nos invadirán, porque nada nos conoce en esas inconcebibles distancias. Algo mucho más extraño que un marciano es un agujero negro, y está demostrado que existen esos ornitorrincos cósmicos. Hemos nacido para lo pequeño, aunque de vez en cuando realicemos descubrimientos asombrosos. A pocas horas de vuelo de aquí está el horror de Gaza, la guerra civil de Siria, la guerra de Ucrania, la de Sudán y tantos otros conflictos menos conocidos. En este mundo cada vez más interconectado todo repercute en todas partes. Hay demasiadas partes muy dañadas como para que no se note en alguna parte. Pero la vida es tenaz y aún a través de crímenes contra la humanidad, genocidios, catástrofes, pandemias, sigue abriéndose camino. Hace unos días vimos la película "Heinrich" de Helma Sanders-Brahms. Película desconocida para el público de habla hispana sobre la vida del poeta alemán Heinrich von Kleist. Se le llama poeta aunque era escritor de relatos y de obras de teatros. No se le conoce por sus poemas. Las tragedias caen en el olvido. Queda la mecánica social, un vivir que no vive lleno de automatismos. 

Tener un blog era esto

Dice Marta Peirano en un artículo:

"Una década más tarde, los blogs materializaron el sueño de un medio de comunicación total: todos hablando con todos al mismo tiempo desde todas partes, contando lo que los medios no quieren o no pueden contar. Había tarifa plana, y plataformas como Blogger, WordPress y Movable Type eliminaron parte de los requerimientos técnicos, abriendo el mundo de la publicación a personas sin contactos, sin dinero y, en el mejor de los casos, un conocimiento profundo, obsesivo y minucioso de los temas más bizarros. La blogosfera fue un catálogo de maravillas, un museo de nichos, una infraestructura tentacular de crecimiento aparentemente infinito y atómico."

El tinglado

Nunca paran las máquinas
y claro nos aplastan
El universo está de baja
por depresión o quizá es alcohólico
El universo no recicla
Es un desastre es un abandonado

Nuestros antepasados 
tienen estrés post traumático
El polvo tiene taquicardia 
Para ingresar en la nada 
-es un rumor, pero parece cierto-
hay que marcar una clave
de verificación
                             No te la sabes: 
beberás la lejía del Leteo
Pobres antepasados
que no dejamos descansar tranquilos
Insomnes en su olvido
mordiéndose la sombra de las uñas
Ese es el purgatorio o lo que sea
Si ellos no descansan cómo vamos
a descansar nosotros.
Un helicóptero eterno 
nos sobrevuela

¿Cuántas utopías cuesta 
este trozo de miedo en buen estado
expuesto a la vergüenza? 

Ponerse un uniforme
y a trabajar y cuando ya estés fuera
-muerto de cien mil siglos-
seguir pasando pantallas
solicitando revisiones médicas

Alguien lo definió correctamente:
todo este tinglado es la república 
de Weimar 
con chorizo