Después de algunos años alguien aparecerá ante otra persona curtida en la soledad con el señuelo de un nuevo amor pero ésta, tras años de desengaños y vana espera, sonreirá y amablemente, sin aspavientos ni patetismos, rechazará esa promesa de felicidad junto a otro semejante. De igual manera puede volver a sonreír, conforme o resignado con su mala suerte, quien sufre un grave problema de salud o todos los que descienden, día a día, lentamente, por la pendiente de la vejez, que vista desde fuera parece una catástrofe. "Ya no, le dice el solitario a la vida, ya no me tientes con tus bellezas, ahora ya no deseo eso por lo que tanto suspiré en el pasado. Ahora estoy mejor solo. Deja el amor para los jóvenes que aún creen que el mal no existe y que la belleza dura para siempre". Todo esto suena muy estoico, cierto. Pero es muy triste vivir sin amor.
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