En el estanco veo con mis propios ojos una foto en la primera página de algunos diarios: es un niño sirio de tres años ahogado en una playa turca al intentar alcanzar con su familia las costas de Grecia. De pronto alguien toca mi hombro. Me doy la vuelta. Es Spinoza. "Aquí hay demasiado ruido" dice. Me coge del brazo y me lleva a su cuarto de Rijnsburg. "A que ya te sientes mejor" "Qué silencio tan agradable" le digo. "Mira, me dice, procura vivir alegre y no pensar en la muerte. En tus ojos veo que has sufrido mucho". "Me gustaría, contesto, ser tan sereno y fuerte como tú. De lo que estoy seguro es que soy tan solitario como tú." En ese momento llaman a la puerta. La policía holandesa viene a detenerme. Van a deportarme a la España del año 2015. Entré en la Holanda del siglo XVII sin documentos, del brazo de Spinoza. "Procura ser libre", me dice, mientras me ponen las esposas.
Personalmente, al principio se me fue el alma al infierno(me sentí tan culpable), me vi con la soga al cuello por el dolor ajeno que hizo temblar mi cuerpo y la rabía de un perro abandonado. Así me sentí cuando ví esa imagen. Después sentí impotencia, asco por las noticias y una especie de delirio e impotencia por no permitirme hacer nada más que aguantar, todo lo que nos quieran manipular.
ResponderEliminarEn fin, muy mal. Poder y Justicia en manos de la gente más mala que gobierna el mundo.
Menos mal que tu relato me ha aliviado un poco. Es buenísimo. Siempre hay algo bello en el dolor. Somos como Jesucristo: latigazos van y vienen. Verás que al final voy a creer en Dios y todo.
Te pido permiso para ponerlo de entrada en mi blog.
Gracias
Permiso concedido. Copyright no hay.
ResponderEliminarSomos un rebaño servil, pequeños topos cegados por la luz de los faros de un coche en la autopista, sin orientación somos aplastados por la caja tonta.
ResponderEliminar¿No sabemos que hay toneladas de bebés en el fondo del mediterráneo?.
Si no temblamos ante el horror del conocimiento que hipócritas somos ante una imagen preparada.