Demasiados intereses

En una biblioteca o en una librería bien surtida voy de los estantes de literatura a los de historia, de los de historia a los de ciencia, de los de ciencia a los de arte. Y entre tanto que leer quedo abrumado y me bloqueo. Me gustaría saber de todo, excepto de derecho y economía que me parecen aburridos saberes. Cuánto tiempo perdido atendiendo al cuerpo, al sueño, a la vagancia, la distracción y la voluptuosidad. Quien mucho abarca, poco aprieta. En literatura tengo especial interés por la germanística: poetas, escritores, filósofos en esa lengua alemana que suena tan bien. Tengo mis preferencias: Kleist (poco conocido en España): me gustan los ensayos de Schiller, conozco poco su teatro, me parece que ha envejecido mal Schiller; de Goethe me interesa su vida (recuerdo aquel viaje loco que hice a Weimar sólo para ver su casa am Frauenplan); y los filósofos: Kant, Schopenhauer (otra deuda con Borges). Hegel me interesa poco, su Fenomenología del Espíritu me pareció incomprensible, lo que no es de extrañar, y aburrida. Algo de los románticos, sobre todo Novalis. Y en el ámbito austrohúngaro, todos aquellos súbditos del Emperador que orbitaban alrededor de Viena: Kafka, Freud, Joseph Roth, Stefan Zweig, Hermann Broch, Musil o Celan. Hay más y no es cuestión de citarlos a todos. ¡Me olvidaba de Heine! Y entre los modernos Thomas Bernhard y algo anterior, Thomas Mann. Y, por supuesto, Georg Büchner, ese genio de vida tan breve que revolucionó el teatro. Y hablando de teatro, Brecht. Luego están los anglosajones y los rusos. No voy a dar más nombres, que me fatigo. La literatura francesa: sólo leer a Balzac o a Zola llevaría meses o años. No hay tiempo. De Italia, Dante, Petrarca y Leopardi. También Ariosto. Me temo que dejaré sin leer la Jerusalén liberada de Tasso, porque quién lee hoy poemas épicos en octavas reales. No sé, hay muchos, dejo a tantos en el tintero. Claro, la literatura hispánica, con eso ya tengo para toda la vida. El Siglo de Oro. Galdós. Baroja. Y los hispanoamericanos, empezando por Rubén Darío y terminando por Ricardo Piglia. Todo un continente de letras, desde Tijuana a la Tierra del Fuego. Además de literatura me interesa la ciencia: la historia de la ciencia. La ciencia, qué superstición contemporánea. Un terreno vedado para los españoles, al menos hasta ahora. El país de los sueños perdidos es el título de una historia de la ciencia española escrita por José Manuel Sánchez Ron. No sé qué pasa al sur de los Pirineos que no prenden ecuaciones, ni polinomios, ni logaritmos, ni geometrías, ni el cálculo diferencial. La ciencia es una empresa colectiva, necesita un suelo fértil donde desarrollarse. En esto han destacado los franceses (Fermat, Descartes, Pascal, Fourier, Lagrange, Poincaré, Laplace, Galois, Cauchy...). Francia es una nación versátil, en todo ha destacado: ciencia, literatura, artes. Y Alemania, la tierra de los cabezas cuadradas -como dice el tópico (Leibniz, Gauss, Riemann, Jacobi, Dirichlet, Hilbert, Weierstrass, Cantor...). En fin, Italia, el Reino Unido, Suiza, Rusia y otros países europeos cuentan con bastantes matemáticos de importancia. No puedo pasar por alto a Euler y Lobachevski. Y podría decirse otro tanto de la Física y la Química. Lo que hay de bueno y de malo en el mundo actual se debe, en gran medida pero no sólo, a los que siguieron el camino abierto por Francis Bacon, Galileo, Giordano Bruno, Descartes o Lavoisier. En el siglo XX, que ha sido uno de los más fecundos en la Física, destacan dos ramas: la Relatividad, que no hace falta decir a quién se debe, y la Mecánica Cuántica. Me gustaría que en España se prestara atención a las ciencias. O acaso haya que decir como Unamuno: "que inventen ellos" si es cierto que pronunció ese exabrupto. ¿Y los españoles a qué nos dedicamos? ¿Seguimos ignorando a Descartes y machacamos la Escolástica, estilo Francisco Suárez, y comentamos la obra, magnífica por otra parte, de los grandes místicos San Juan de la Cruz o Santa Teresa? He perdido el hilo de lo que decía. Empecé con los demasiado amplios, inabarcables intereses, en esta época de hiperespecialización, y termino entonando el treno de los sueños perdidos del país que perdió todos los trenes de la investigación científica.  ¿O estoy exagerando? 

4 comentarios:

  1. A mí me resulta un poco incomprensible que alguien se queje porque hay demasiada comida en la mesa. Nadie pretende que te la comas toda. Cómete lo que te apetezca nada más.
    Y respecto a la ciencia, las afirmaciones acerca de España son demasiado absolutas. Es cierto que no somos un país destacado en ese aspecto. Pero olvidar a Cajal o Severo Ochoa, por ejemplo ("Un terreno vedado para los españoles, al menos hasta ahora"), es demasiado olvido. Lo que de veras, y tristemente, ocurre, es que cuando alguien en España empieza a destacar en ese terreno, lo normal es que acabe marchándose fuera, por falta de oportunidades de desarrollarse aquí. Es, pues, una cuestión social y económica, no de talento individual.

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  2. No hay ninguna queja en lo que digo. Sólo señalo el riesgo de indigestión, por seguir con la metáfora digestiva. La cantidad de libros que salen cada día en las librerías es enorme. Servidor cada vez se dedica más a releer viejos libros. Estoy anticuado.

    Cajal y Ochoa, dignos hombres de ciencia, sin duda. No los he omitido a propósito. Nada digo del talento individual. España no es un país de ciencia aunque haya talentos. Por lo demás no hay un solo matemático o físico español de importancia histórica. No conozco ningún teorema de García, ni ninguna ley de Rodríguez.

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  3. Con decir que en el siglo XVIII Suiza dio a la ciencia, entre otros, al gran Euler y a los Bernouilli, mientras que en España Diego Torres Villarroel era catedrático de Matemáticas en la universidad de Salamanca sin tener ni puñetera idea de matemáticas, creo que está dicho casi todo. Por cierto la máxima aportación de Don Diego a la ciencia fueron los almanaques y los pronósticos. "El Gran Piscator de Salamanca", le llamaron. Y se decia: "Si quieres saber, vete a Salamanca...".

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    1. A España hay que considerarla desde otro punto de vista: letras, artes, descubrimientos geográficos. En eso muy bien. Pero desde la ciencia... ay, ay que yermo, qué desierto, qué páramo.

      Euler... un matemático inmenso. Me interesa mucho la historia de la ciencia y en particular de las matemáticas y la física. Por eso Euler, Gauss, Lovachevski.
      Hay un libro estupendo de E.T.Bell sobre vidas de matemáticos. Galois, Riemann, Abel... Es muy entretenido.

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