Distinguido y querido amigo:
Estoy aquí desde hace dos semanas con objeto de colocar a un pequeño negro francés. Entretanto sabrá usted que nos aproximamos a grandes catástrofes. Aparte de lo privado -nuestra existencia literaria y material queda aniquilada- todo conduce a una nueva guerra. No doy un céntimo por nuestras vidas. Los bárbaros han conseguido gobernar. No se haga ilusiones. Gobierna el infierno.
Cordialmente, su viejo amigo
Joseph Roth, carta a Stefan Zweig, febrero 1933
Es imposible no querer a Joseph Roth.
ResponderEliminarY si no que se lo pregunten a Stefan Zweig.
EliminarStefan también es adorable (siempre amigo suyo, aunque sea funesto) pero a Joseph dan ganas de abrazarlo.
EliminarEso decía Roth: "ser amigo mío es funesto". Título de un libro de cartas suyas a Zweig, ¿no? Simpatizamos con los desgraciados: amamos a Roth o a Kleist, pero ¿podríamos querer a Thomas Mann o a Goethe? Admirarlos, sí, pero quererlos...
EliminarClaro, me refería a ese libro, en el que apenas hay cartas de Stefan Zweig, por cierto.
EliminarAlgo parecido, si no recuerdo mal, decía Borges sobre admirar a Quevedo y querer a Cervantes.
De todas formas, creo que no somos mayoría los que repartimos así el afecto.
Ni desde el infierno se podían imaginar que la maquinaria nazi podía superar su crueldad
ResponderEliminarEl infierno se quedó en parque de atracciones.
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