Recuerdo en este momento dos películas que podría llamar "franciscanas". Son "Il Posto" de Ermanno Olmi y "Diario de un cura rural" de Robert Bresson. Películas en blanco y negro rodadas con actores desconocidos, amateurs. Para Olmi y Bresson hacer cine debía de ser un sacerdocio; no les interesaba el éxito comercial. Por encima de todo son artistas. Sienten predilección por los sencillos, por los humildes, por los seres anónimos. Conmueve la mirada atenta y simpática, sin aspavientos, de estos dos maestros del cine hacia la vida de los olvidados, de los últimos, de las eternas víctimas. ¿Quién que haya visto "Mouchette" podrá olvidar ya a esa niña? ¿Y quién que haya visto "Il posto" olvidará al ragazzo de pueblo que se presenta a las oposiciones en la enorme Milán? Los italianos emplean la palabra "sistemare" para significar la procura de un empleo estable y bien remunerado. Eso es lo que el chico, empujado por su familia y su entorno, pretende. Recomiendo vivamente estas dos maravillas del cine.