Una vida breve de poeta

Reinhard Sorge fue un poeta alemán nacido cerca de Berlín en 1892. Parece que fue muy precoz: de muchacho ya escribía dramas. No creo que en Alemania se le recuerde. Me temo que está olvidado. Sin embargo escribió en 1912 el primer drama expresionista. Se titula "El mendigo". De chico leyó a Nietzsche y le impresionó como es natural. Conoció a Rilke y Richard Dehmel y leyó a Stefan George y a Ibsen. Trabajó un tiempo en  un banco. Se quedó muy joven huérfano de padre, su madre llevó a sus tres hijos (Sorge era el mayor de los tres) a vivir con ella a Jena. En esta ciudad conoció a una empleada de una editorial llamada Susanne Maria Hendewerk. Se casaron el 17 de febrero de 1913. El viaje de novios de Sorge y su mujer fue a Roma donde ambos se convirtieron al catolicismo. La joven pareja residió en un pueblo de Suiza llamado Flüelen. Tuvieron un hijo varón. Escribió poemas místicos y se alejó de la influencia de Nietzsche y su superhombre, la hermosa quimera del superhombre de Nietzsche. La quimera del superhombre de Nietzsche (idea sublime pero falsa) fue pulverizada, volatilizada por el estallido de la primera guerra mundial. Millones de vidas en la flor de la edad cayeron en los campos de batalla. Sorge se presentó voluntario, parece que más por razones de compromiso que por ardor guerrero. Creía, según dijo a su madre en una carta, que Dios era un Dios de paz. El 20 de julio de 1916, uno de los días de la batalla del Somme, Sorge fue gravemente herido por la metralla de una granada durante un bombardeo y murió poco después en un puesto de socorro alemán en Ablaincourt. Tenía 24 años. Leo en su biografía de Wikipedia que no llegó a enterarse del segundo embarazo de su esposa que dio a luz un niño póstumo al que llamaron Reinhard, como su padre. Entre estas líneas hay muchos huecos. ¿Cómo fueron los días finales de Sorge en el frente? ¿Qué heridas sufrió? Aún las vidas de estos poetas, prematuramente desaparecidos, cayeron en el olvido; generación devastada por la guerra. Escribo esto para recordarle. 

Populismo y fascismo

El hombre no es un ángel, va lejos quien es modesto y no se hace ilusiones sobre su fortaleza. Los filósofos han sido prudentes, usando su intelecto paso a paso llegaron muy lejos. La ciencia tiene resultados admirables porque es prudente. En realidad el entendimiento humano es débil y nosotros frágiles como el cristal. Quien afirme lo contrario es un mentiroso. El populismo y el fascismo se basan en principios que son falsos: quien nos diga "tú puedes con todo" está mintiendo. Muchos errores, algunos funestos, provienen de estas ideas falsas con respecto a nuestra naturaleza. El nazismo fue una falsedad desde la raíz, tan falso y funesto fue que sus fanáticos adeptos perdieron toda capacidad de juicio y fueron incapaces de reconocer su ciega soberbia. Antes que reconocer su derrota se suicidaron. El individuo tiene nulo valor para las ideologías totalitarias. El mundo se asoma hoy en día a esos viejos fantasmas del pasado. Hay que estar vigilantes. 

¿Por qué te enfadas si no hay nadie?

Un error frecuente pero comprensible es el de enfadarse considerando que alguien con dos orejas de cartílago y proteínas va a escuchar nuestras quejas. En realidad no hay nadie al otro lado, se trata de un programa cibernético. El hombre imita al hombre creando máquinas, robots, que son réplicas de nosotros mismos. Escucho una voz que lleva 35 minutos diciendo (no diciéndome a mi, diciendo a quien sea) que el tiempo de espera es inferior a cinco minutos. ¿Con quién te enfadas? Nuestra época está creando genialmente nuevas formas de soledad. Una civilización de tecnología todopoderosa en la que el hombre está perdido y parece superfluo. No es sorprendente que las consultas de psiquiatras y psicólogos estén llenas y que haya siempre cola en las farmacias. Lo que hay de humano en nosotros (podemos renunciar a las emociones por puro instinto de supervivencia) se subleva, se quiebra, ante esta vida imperfecta, automatizada y deshumanizada. El algoritmo te empareja. El algoritmo decide si se te puede conceder un crédito. El algoritmo decide si hay que asesinarte (el programa Lavender que usa el ejército israelí se dedica a eso). Y, sin embargo, nunca hemos vivido mejor. El supermercado está bien surtido. No hay ejecuciones públicas en este país. No hay pena de muerte. No hay bombardeos...                                            

Nos anulará la IA

Soy humano, es decir algo obsoleto. La IA que se está desarrollando puede crear cerebros cuya inteligencia sea de una naturaleza mejor que la de los cerebros biológicos. Ni Beckett en sus horas más bajas pudo imaginar tal grado de abatimiento del ser humano. Lo humano está en crisis, en una crisis profunda. ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la realidad? Venga Matrix. ¡Tírennos a la basura! ¡Larga vida a la IA! ¿Qué diría Nietzsche del Superhombre? Pues no hay tal. Lo que viene es la IA. Uno de los galardonados con el premio Nobel de Física del 2024, Geoffrey Hinton, dejó hace un año su trabajo en Google... para poder advertir con mayor libertad de los peligros que plantean las nuevas tecnologías. Este señor le ha visto las orejas al lobo. Nosotros, inocentes, a verlas venir. Recuerdo la frase final de "Las palabras y las cosas" (1966) de Michel Foucault: "En todo caso, una cosa es cierta: que el hombre no es el problema más antiguo ni el más constante que se haya planteado el saber humano. Al tomar una cronología relativamente breve y un corte geográfico restringido -la cultura europea a partir del siglo XVI- puede estarse seguro de que el hombre es una invención reciente. (...) Si esas disposiciones desaparecieran tal como aparecieron, si, por cualquier acontecimiento cuya posibilidad podemos cuando mucho presentir, pero cuya forma y promesa no conocemos por ahora (la IA digo yo) oscilaran, como lo hizo, a fines del siglo XVIII el suelo del pensamiento clásico, entonces podría apostarse a que el hombre se borraría, como en los límites del mar un rostro de arena." El crepúsculo de los dioses. El crepúsculo de los ídolos. El crepúsculo de los hombres. Dios ha muerto. El hombre ha muerto. 

Escuela posmoderna

O mucho me equivoco o la pedagogía dominante, la secuestrada por psicólogos, pedagogos y demás especialistas, pretende que se enseñe a los niños a "conectar" con el cuerpo o a que comprendan sus emociones dejando en segundo término el estudio de cosas mucho menos importantes tales como la lengua, las matemáticas, las ciencias naturales, la literatura, etc. Una escuela psicologizada, digamos. De esta manera sabrán distinguir cuándo sienten vergüenza o miedo, cómo superar la muerte de un ser querido o cómo hablar en público (aunque no tengan nada interesante que decir).  Se consideran esenciales las habilidades que trabajan los psicólogos y los pedagogos, especialistas que han mamado de una determinada escuela. Ya que no queremos enseñarles ciencias naturales, ni lengua, ni historia, ¿por qué no enseñar también a los niños a coser, a cocinar, a montar a caballo, a reparar una radio, a pilotar un velero o a cortar el jamón? Esta pedagogía disimula muy mal su desprecio al conocimiento. Que sean ignorantes ellos, pase; pero que quieran hacer ignorantes a los niños, eso ya es mucho más grave. 

Coloratura

"El barbero de Sevilla", ópera bufa de Rossini es una obra maestra del humor. Los enredos de la trama y la música son geniales. En la comedia se pinta a los hombres como son, en la tragedia se les pinta soportando los golpes del destino. La comedia me parece un estudio más agudo de los caracteres, en la tragedia no se ven tantos matices.                                                                                                                      En esta ópera son inolvidables el final del primer acto, el aria de Figaro largo al factótum y el aria de Basilio sobre la calumnia: la calunnia é un venticello, un'auretta assai gentile...

Oriente Miedo

¿Se ha vuelto loco Netanyahu? Parece poseído de una furia bélica incontenible. Con la excusa de imponer la paz y establecer un "nuevo orden" se está entregando a una orgía de destrucción y masacres que muchos ya creían definitivamente superada. Basta un loco para echar a perder el frágil equilibrio entre las naciones. Al loco que aspira a tirano o ya lo es no le faltan seguidores entusiastas. Los ayatoláhs iraníes parecen estar un poco menos locos que Netanyahu, porque tienen más miedo, pero si les atacan pueden volverse contra el agresor.